El modelo de ESI se desarrolló como resultado de muchas lecciones aprendidas a través de proyectos anteriores destinados a promover las inversiones en eficiencia energética.
Inicialmente se asumió que las inversiones en eficiencia energética no se realizaron debido a una falta de conocimiento. La solución fue subvencionar o hacer cumplir las auditorías energéticas, esperando que con el conocimiento del ahorro potencial, las empresas invertirían en tecnologías de eficiencia. Sin embargo, muy pocas de estas auditorías condujeron a cambios reales en las renovaciones de equipos y mejora de la eficiencia energética. El aprendizaje clave fue que las auditorías energéticas por sí solas no desbloquean necesariamente las inversiones en eficiencia energética.
Luego se pensó que la barrera que impedía a las empresas para invertir era la falta de voluntad de los bancos en ofrecer préstamos para mejoras de eficiencia energética. La solución entonces, fue convencer a los bancos para que ofrezcan estos préstamos. Sin embargo, una vez que los bancos estaban convencidos de que la eficiencia energética era una oportunidad de inversión prometedora, no había clientes. Muchos bancos tienen líneas de crédito verde específicas en su lugar, pero tienen dificultades para encontrar clientes. La experiencia demostró que la disponibilidad de líneas de crédito verdes no implica directamente inversiones en eficiencia energética.
Las empresas generalmente tienen muchas oportunidades de inversión competitivas, y las decisiones de inversión o a menudo se toman sobre la base de un compromiso de percepción de retorno de riesgo. Las empresas con frecuencia tienen dudas de que las mejoras en eficiencia energética generen los ahorros que han sido prometidos.
La conclusión clave es que es fundamental enfocarse en movilizar la demanda de proyectos de eficiencia energética haciendo que estas inversiones sean lo más fáciles posibles y de bajo riesgo. El modelo ESI establece mecanismos simples para crear confianza entre clientes, proveedores tecnológicos y bancos, y reduce el riesgo percibido de las inversiones en eficiencia energética.